La falta de agua en los embalses de Guadiana, por ser el tercer año de sequía, impidió a muchos agricultores pacenses cultivar las tierras de regadío, utilizándose en muchos casos para percibir las subvenciones destinadas en la PAC a los cultivos herbáceos, con cultivos de girasol y colza, que en la mayoría de los casos no llegaron a cosecharse.
A pesar de no poderse emplear el agua del río Guadiana para regar, a no ser para dar algún riego de socorro en frutales, se abrieron numerosos pozos, lo que permitió cultivar unas nueve mil quinientas hectáreas de tomates en las Vegas del Guadiana, que unidas a las tres mil quinientas de las Vegas del Alagón y del Tietar en la provincia de Cáceres hacen un total de trece mil hectáreas de este cultivo. No hubo prácticamente otros cultivos de regadío, a no ser la remolacha de siembra otoñal, perdida en gran parte al no poder dar los riegos oportunos de socorro en primavera.
Los rendimientos del tomate fueron mucho más bajos que los de otros años, por emplear en la mayoría de los casos por primera vez sistemas de riegos por goteos, que no conocían hasta ahora, y por agotamiento de los pozos recién abiertos. En la provincia de Cáceres por el contrario el motivo fue la inexperiencia en este cultivo, desplazado de la provincia hermana por lo indicado anteriormente.
Malherbológicamente hablando sigue preocupando en este cultivo el Cyperus rotundus (L) con diferencia a ninguna otra mala hierba, al no ser un problema resuelto en este cultivo. Mucha menos importancia tienen otras malas hierbas como Solanum nigrum (L) y Sorghum halepense (L.) Pers, menos problemáticas, pero que inciden especialmente en las producciones de la siembra directa.
En la provincia de Cáceres causan también problemas el Xanthium spinosum (L) y Datura stramonium (L).